Dia 3.- Día Mundial del no uso de Plaguicidas

 


Objetivo.- 

Se ha establecido este día, para concientizar el papel crucial que desempeñan los suelos para garantizar un ciclo eficaz de nutrientes que permita producir alimentos nutritivos e inocuos, para que se estimulen prácticas sostenibles de gestión y se evite el uso indiscriminado de plaguicidas.

La huella del abuso de los plaguicidas permanece en el suelo durante décadas

 

 

“Por la población mundial en constante crecimiento, hemos tenido que aprovechar al máximo la tierra disponible para satisfacer la gran demanda de alimentos. El uso de plaguicidas químicos para el control de las enfermedades de los cultivos unido a la mecanización de las tareas agrícolas han sido claves para mejorar la producción. De hecho, esta práctica se ha convertido en algo tan común que la agricultura que utiliza estas sustancias se denomina convencional.

A pesar de sus beneficios para la agricultura, muchos de estos plaguicidas han demostrado ser perjudiciales para el medio ambiente y la salud. Es más, aun cuando han dejado de utilizarse, algunos de ellos pueden permanecer en los suelos de los cultivos durante décadas.

Desde la tierra contaminada, los plaguicidas pueden acabar en las frutas y hortalizas, filtrarse a las aguas subterráneas o evaporarse al aire circundante, dejando así una huella invisible.

 

La amenaza de los plaguicidas

Los plaguicidas sintéticos comenzaron a usarse durante la Segunda Guerra Mundial cuando se investigaban formas de proteger a los soldados del mosquito transmisor del tifus y el paludismo. Así apareció el DDT, un compuesto con cloro en su molécula muy efectivo contra los insectos. Por ello, tras la guerra, empezó a utilizarse en la agricultura junto con otros compuestos con propiedades similares.

Estos plaguicidas presentaban una elevada resistencia a la degradación, algo que se consideraba una virtud pues sus propiedades permanecían activas mucho tiempo. Sin embargo, su uso excesivo e inadecuado, sumado a su persistencia, puede causar daños a otras especies.

La preocupación ambiental por los plaguicidas comenzó en la década de los sesenta tras la publicación del libro La Primavera Silenciosa, de Rachel Carson. La escritora quiso llamar la atención sobre los efectos de los plaguicidas en la flora y la fauna al imaginar un mundo sin el canto de los pájaros en primavera. Pero hasta casi 40 años después los países no se pusieron de acuerdo para regular, reducir o prohibir el uso de estos compuestos con el Convenio de Estocolmo.

A pesar de esto, la industria de los plaguicidas ha seguido desarrollándose hasta la actualidad, con más de 800 tipos comercializados a nivel mundial.

El destino de los plaguicidas en el suelo

Los plaguicidas pueden contaminar los suelos de los cultivos donde se utilizan. Esto puede ocurrir de forma directa, al aplicarse sobre el terreno, o de forma indirecta, desde la planta por acción de la lluvia y el riego. Pero los plaguicidas también pueden llegar al suelo por otras vías indirectas, como la deposición atmosférica o el riego con aguas regeneradas contaminadas.

Dado que muchos plaguicidas tienen gran afinidad por los lípidos, tienden a acumularse en la materia orgánica del suelo. Una parte se transformará por los microorganismos del suelo o la acción de la radiación UV. Pero otra parte, bien en su forma inicial o metabolizada, puede permanecer durante años en el suelo, atrapada por algunos de sus componentes o de forma móvil a través de este.

Así, el suelo tiene un doble comportamiento: como almacén de contaminantes y como fuente secundaria de emisión al agua subterránea, el aire o los organismos vivos. Además, se ha observado que algunos tipos de plantas, como es el caso de las cucurbitáceas (calabaza, pepino o sandía), tienden a absorber estos plaguicidas desde el suelo, resultando contaminadas.

Así, el suelo representa una fuente de exposición a estos compuestos nada despreciable para los seres humanos. La exposición puede ser directa, por el consumo de frutas y verduras en esos cultivos o de productos de animales que pastan en los suelos contaminados. Pero también puede ser indirecta, por el consumo de frutas y verduras mal lavadas, al llevarse las manos sucias a la boca, sobre todo en el caso de niños, o por la inhalación del polvo transportado por el aire.

Esta exposición preocupa. Muchos de los plaguicidas son considerados disruptores endocrinos, carcinógenos, neurotóxicos o teratógenos. A menudo, estas sustancias se encuentran en el mismo lugar formando un cóctel de contaminantes con efectos desconocidos en los suelos, sobre los ecosistemas y la salud.

(fuente: extracto de publicación en abril 2022 – autora Andrea Carolina Acosta Dacal- Investigadora postdoctoral en el área de toxicología, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria)

 

¿Cómo afectan los plaguicidas a los suelos?

Se ha demostrado que muchos plaguicidas pueden destruir la fauna y la flora del suelo o impedir los procesos biológicos necesarios para mantener la fertilidad.

 

¿Cuáles son los efectos de los plaguicidas sobre la salud?

Los principales efectos a largo plazo de los plaguicidas se pueden agrupar en: los que afectan directamente al individuo expuesto, como esterilidad, anemia aplástica, cáncer y trastornos diversos; y los que se observan en su descendencia (teratogénesis, mutagénesis, alteraciones del sistema inmunológico o del sistema ...

 

¿Qué le pasa al suelo con los fertilizantes quimicos?

Los impactos negativos de los fertilizantes en el suelo son la variación del pH, deterioro de la estructura del suelo y microfauna. Por último, el impacto negativo al aire se debe principalmente a las aplicaciones inadecuadas, lo cual genera contaminación en el ambiente.

 

 

¿Qué es la resistencia a los insecticidas?

La resistencia se da cuando una población de la plaga ha adquirido genéticamente la capacidad de tolerar una dosis del insecticida que resultaría letal para la población original del insecto. El grado de resistencia puede variar, desde tolerar simplemente una mayor dosis hasta la práctica insensibilización al producto

 

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