Ya antes de que la ciencia explicase con precisión los fenómenos que dan sentido al clima del planeta, los pescadores peruanos se dieron cuenta de que una corriente cálida dominaba las aguas del Pacífico cada pocos años. La llamaron El Niño, porque sus efectos eran más evidentes en diciembre, coincidiendo con el día de Navidad.
Hoy sabemos
que El Niño es un evento que se origina en el océano Pacífico y que determina
el clima de todo el mundo. De acuerdo con la Organización Meteorológica
Mundial, había un 55% de probabilidades de que el fenómeno de El Niño se
diera en la segunda mitad de 2023. Esto podría llevar a un aumento global
de las temperaturas y a cambiar los patrones de vientos y precipitaciones de
diferentes puntos del planeta.
¿Qué son El Niño y La Niña?
El Niño y La Niña son diferentes fases de un patrón
climático que se da de forma recurrente en la zona tropical del océano Pacífico
y que recibe el nombre de ENSO (por las siglas en inglés de El
Niño-Oscilación del Sur). El Niño es un fenómeno de calentamiento,
mientras que La Niña lo es de enfriamiento. Ambos se van sucediendo, uno
después del otro, aunque muchas se veces se dan procesos de condiciones
neutrales entre ellos.
Durante los eventos de El Niño, la superficie del
Pacífico se calienta, los vientos de la superficie se debilitan y las
precipitaciones aumentan en la parte sur y este del océano. Todo esto provoca
cambios en las presiones a nivel del mar, las temperaturas, las precipitaciones
y los vientos no solo en los trópicos, sino en muchas otras regiones del mundo.
Los eventos de La Niña, por el contrario, están condicionados
por el enfriamiento de la parte superficial del Pacífico. Sus
consecuencias, al igual que las de El Niño, pueden notarse en todo el planeta.
Desde septiembre de 2020, el mundo ha estado bajo los efectos de La Niña: se
han notado, por ejemplo, en el Cuerno de África y algunas regiones de América
del Sur en forma de fuertes sequías y en precipitaciones abundantes en el
sureste asiático y en Australasia.
Tras tres años consecutivos marcados por La Niña,
el fenómeno de calentamiento de El Niño podría empezar a ganar posiciones en
el Pacífico en la segunda mitad de 2023. De acuerdo con la OMM, hay más de un 50 % de probabilidades de que
esto ocurra, aunque, como suele suceder con la meteorología, esto todavía está
sujeto a ciertos niveles de incertidumbre.
¿Cómo afectará El Niño al
clima?
Dado que El Niño es un fenómeno de calentamiento,
se prevé que se dé un aumento de las temperaturas globales durante los próximos
años. “Existe una probabilidad del 93 % de que al menos un año entre el 2023 y
el 2026 sea el más cálido registrado, y una probabilidad del 50 % de que
la temperatura global alcance temporalmente una subida de 1,5 °C por encima de
la media de la era preindustrial”, señalan desde la OMM.
Esto deja al planeta en una situación delicada, ya
que los últimos ocho años han sido ya el periodo más cálido jamás
registrado (a pesar de la influencia del fenómeno de enfriamiento de La Niña
durante tres años) debido a las consecuencias del cambio climático
antropogénico.
Es importante entender que una subida de las
temperaturas medias globales no implica que vaya a hacer más calor durante todo
el año y en todas las regiones del mundo. En algunas, de hecho, los fenómenos
climáticos asociados a El Niño pueden llevar a un descenso de las temperaturas.
Es el caso del norte de Europa, en donde los inviernos pueden ser más
secos y fríos debido al comportamiento de la corriente del chorro.
La corriente del chorro, una corriente de fuertes
vientos que transporta lluvia a través del Atlántico, puede hacer también que las condiciones sean más húmedas en los países del sur
del continente europeo. Al otro lado del globo, en Australia, El Niño puede
implicar menos lluvias y mayores temperaturas, aumentando así el riesgo de
sequías e incendios forestales.
En América Latina, muy cerca del océano Pacífico en
donde se forma este fenómeno de calentamiento, es probable que los patrones
climáticos sufran variaciones importantes. Las posibles predicciones apuntan a
una temporada más seca de lo habitual en el Amazonas, por ejemplo.
Los efectos del clima actúan muchas veces como
fichas de dominó estratégicamente colocadas: al moverse una, se produce un
efecto en cadena que afecta a todas las demás. Hoy, es imposible predecir con
exactitud qué consecuencias tendrá el retorno de El Niño ni cuándo sucederá. Sí
puede anticiparse, sin embargo, un periodo de calentamiento que se unirá a los
efectos del cambio climático que ya estamos notando en nuestro día a día.
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