Helena
Gualinga ha vivido gran parte de su vida viajando entre Finlandia y
Ecuador. En 2019 repitió esta travesía
para reunirse con los líderes de Sarayaku, el pueblo Kichwa de la Amazonía del
que ella y su familia materna forman parte.
Durante esa estadía conversó con la
comunidad sobre la Kawsak Sacha (Selva Viva), una propuesta innovadora en
términos de protección y conservación para que la selva sea considerada un ser
viviente. Asimismo, participó de la
fiesta tradicional del Uyantza Raymi.
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Helena, la joven líder
Cuando
se realizó la Cumbre sobre la Acción Climática de 2019, Helena Gualinga apenas
tenía 17 años. A esa edad ya tenía claro
que podía convertirse en un puente para llevar el mensaje de su comunidad a
mundos en los que la Amazonía solo existe en imágenes.
Lo interesante de su activismo es que no
es algo impostado. Durante sus años de
infancia y adolescencia, al igual que su hermana Nina, convivió con su familia
y el resto de su comunidad. Aprendió
kichwa, que habla con la misma fluidez que el español y el inglés y las
costumbres, tradiciones y rituales transmitidos por generaciones a través de
sus ancestros.
Con base a todos estos conocimientos
guardados en su memoria, habló en la cumbre sobre el cambio climático COP25, EN
Madrid, donde relató el problema de las petroleras que intervienen en los
territorios indígenas, alzó su voz en las calles de Nueva York, pidiendo que
las grandes potencias económicas reaccionen ante los efectos del calentamiento
global, mientras sostenía un letrero en el se leía “sangre indígena, ni una
sola gota más”; y caminó por las calles
de Quito acompañando la lucha de las mujeres amazónicas.
A su corta edad, su activismo como el de
otras jóvenes entre ellas Greta Thunberg, no solo ha tenido eco en foros de
Estados Unidos o Europa, sino en Instagram, donde acumula más de 76.000 seguidores,
y en revistas internacionales entre ellas la famosa Vogue y locales como Hogar,
donde fue portada junto a su hermana Nina.
El pueblo Sarayaku
El pueblo originario de Sarayaku está asentado en el curso medio de la
cuenca del río Bobonaza. Está integrado
por siete centros comunitarios. Para
llegar se debe ir por vía fluvial o aérea.
La población, de 1.400 habitantes, vive de manera tradicional de la
pesca, la cacería, la agricultura y la recolección.
Según su cosmovisión, el ecosistema de su territorio está formado por
tres componentes: sacha (selva), yaku
(río) y allpa (tierra), los cuales sostienen una infinidad de especies de flora
y fauna, trascendentes para su existencia.
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Fuente: Diario El Comercio, jueves 19 de mayo del 2022, página 18 –
Gabriel Flores - Redactor
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