Guayaquil tiene 133.444 hectáreas bajo algún tipo de conservación en sus
áreas urbanas y rurales
La porción occidental de la Reserva Ecológica Manglares Churute, más
los bosques y vegetación protectora
Yansun-Limbo y Los Gelices en la isla Puná y parte de la hacienda Cigasa, en Tenguel,
conforman el patrimonio natural que está en las áreas rurales del cantón
Guayaquil.
El territorio
incluye el rancho Danielita y El Guayacán,
en el suroeste, el Bosque Comunal de
Chongón, El Limbo,
también en Puná y el humedal Don Goyo,
en la zona adyacente a la Reserva de Producción de Fauna Manglares El Salado.
Un estudio de la
Municipalidad de Guayaquil determinó que hay 133.444,54 hectáreas
(ha) bajo conservación de algún tipo en el cantón. El listado
contiene 6 sitios que son parte del sistema nacional de áreas protegidas, 5 del
sistema provincial de áreas de conservación, 11 bosques y vegetación protectora
(que ya son doce con la suma, esta semana, del Bosque Seco Samanes I, que es el
primero determinado por la Municipalidad), 3 humedales Ramsar, 14 zonas que son
parte del programa Socio Bosque y 22 conservados con los Acuerdos de Uso
Sustentable y Custodia del Manglar.
Estos incluyen a
los más conocidos y que están dentro o limitan con la ciudad como Cerro Blanco,
Bosqueira, La Prosperina y Cerro El
Paraíso, el primer Bosque Protector establecido en el cantón en 1989.
GUAYAQUIL HA CRECIDO EN LOS ÚLTIMOS 80 AÑ0S EN DESMEDRO DE SUS BOSQUES
La protección del bosque seco es lo que predomina en estos
sitios, ya que es el ecosistema más abundante e intervenido. En él
hay especies emblemáticas como el papagayo de Guayaquil, el tigrillo y el
jaguar, que está en peligro crítico de extinción. Los cerros
de la ciudad en su momento estaban cubiertos de bosque seco en el que vivían
estos felinos, en áreas donde hoy se asientan Lomas de Urdesa,
Mapasingue, Flor de Bastión y Monte Sinaí.
BOSQUE
SECO SAMANES
Samanes I tiene 1,8 ha. El bosque con
mayor densidad está en un área municipal, pero sí abarca partes privadas.
“Luego de esta declaratoria como área de conservación cantonal tenemos que
hacer un plan de manejo. Todas las áreas protegidas nacionales, provinciales y
cantonales lo tienen. En estos se involucra a todos los actores. El fin es
promover actividades sostenibles en el lugar, que ya está abierto al público”,
dice Campuzano.
Para conseguir la
declaratoria se gestionó que los moradores del sector retiren las puertas para
permitir el acceso al parque, agrega.
“Estamos analizando nuevas áreas, pero todo a su ritmo: primero
haremos el plan de manejo de la que ya declaramos y posteriormente a eso
plantearemos los nuevos sitios”, asegura Campuzano.
El biólogo Raúl
Tomalá afirma que también es necesario conectar todas estas áreas naturales de
la ciudad para mantener la biodiversidad. “Solo en la zona urbana del
cantón hay más de 200 especies de aves. En la Costa hay 54 aves
endémicas, es decir, solo existen en el ecosistema bosque seco”, dice.
Este ecosistema,
añade, contiene plantas con funciones medicinales cuyo uso fue desarrollado por
las culturas aborígenes que vivían en este territorio desde antes de la llegada
de los españoles.
El conocimiento se
transmitía de forma oral. “Ahora, tras
el proceso de colonización, se tiene la visión de que todo lo que importa viene
de afuera, y se fue desplazando el uso de las plantas y esta información
ancestral”, dice Tomalá.
El fruto del guasmo, una especie de flora
del bosque seco, se tomaba en infusión con leche para contrarrestar el
denominado muermo, que se manifiesta con tos al congestionarse los
bronquios cuando la persona queda afectada por el rocío de las mañanas o en las
noches. “Esto cuentan que daban las abuelas”, afirma.
El valor del bosque
seco radica en que sus hojas caen y sus árboles parecen morir durante la
temporada seca de siete meses (desde mayo hasta diciembre), hasta que empiezan
las primeras lluvias y se mantienen por cinco meses, lo que hace que todo
vuelva a reverdecer. “Pero allí hay riqueza, como ranas que están enterradas
siete meses y cuando llegan las lluvias resurgen”.
Todo este
follaje que cae durante la temporada seca convierte a estos suelos entre los
más fértiles del mundo, agrega el biólogo. “En el bosque seco se detiene
la actividad productiva, se queda durmiendo hasta que llegan las lluvias y se
empieza a activar toda esta máquina de compostaje, de procesamiento y absorción
de nutrientes. Más de la mitad del año hay una acumulación de nutrientes en el
suelo por lo que son de los mejores suelos del mundo”.
Las plantaciones de
banano y de cacao están sobre lo que era bosque seco.
El beldaco, otro
árbol que es de la familia del ceibo, se utilizaba en cambio para males
estomacales. La savia de su corteza se ingería para curar las infecciones
gástricas. “Esta es una de las 190
especies de plantas endémicas que tenemos en la región Costa del país”,
indica Tomalá.
La biorregión
Tumbecina que alberga al bosque seco se extiende desde el sur de la provincia
de Esmeraldas, Manabí, Guayas, Santa Elena, El Oro, Loja hasta el norte de
Perú. Es una porción que quedó aislada entre la cordillera de los Andes y el
océano Pacífico, de ahí su alto nivel de endemismo,
es decir, contiene especies que solo existen en este ecosistema.
La Fundación Mingas
por el Mar elaboró con la ayuda de especialistas la Guía de los bosques y áreas
naturales del Guayas. En esta se indica que las crónicas antiguas mencionan la
existencia de loros que sobrevolaban Guayaquil y de grandes árboles que había
en sus alrededores.
Sin embargo, “el
crecimiento urbano ha dado como resultado una ciudad que ha olvidado su riqueza
natural”, indica el documento.
La campaña Un
bosque, mil respiros, busca que la ciudadanía tenga un acercamiento con la
naturaleza que aún perdura y que rodea a la ciudad. De ahí que la guía enumera
los espacios naturales de Guayaquil y la provincia del Guayas.
Judith Baquero,
líder del grupo Mingas por el Mar en Guayaquil, afirma que es necesario que los
guayaquileños valoren y conozcan esta riqueza. “Con las mingas que hemos hecho
en algunos bosques de la ciudad de Guayaquil durante los últimos meses nos
encontramos de que estos ecosistemas están realmente abandonados con mucha
basura y la ciudadanía no los conoce”.
Debido a ello se
creó la campaña para difundir este patrimonio natural y que la población aporte
en la conservación, indica Baquero. (I)
Fuente: El
Universo, domingo 11 julio 2021 página 13 -
Redactor Xavier Ramos P.
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